Іспанія. Don Juan Tenorio

 

 

Don Juan Tenorio

José Zorrilla

 

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Personajes

DON JUAN TENORIO. DON LUIS MEJÍA.

DON GONZALO DE ULLOA, comendador de Calatrava.

DON DIEGO TENORIO.

DOÑA INÉS DE ULLOA.

DOÑA ANA DE PANTOJA.

CRISTÓFANO BUTTARELLI.

MARCOS CIUTTI.

BRÍGIDA.

PASCUAL.

EL CAPITÁN CENTELLAS. DON RAFAEL DE AVELLANEDA. LUCÍA.

LA ABADESA DE LAS CALATRAVAS DE SEVILLA.

LA TORNERA DE ÍDEM.

GASTÓN.

MIGUEL.

UN ESCULTOR.

DOS ALGUACILES.

UN PAJE (que no habla).

LA ESTATUA DE DON GONZALO (él mismo).

LA SOMBRA DE DOÑA INÉS (ella misma).

VARIOS: CABALLEROS SEVILLANOS, ENCUBIERTOS, CURIOSOS, ESQUELETOS, ESTATUAS, ÁNGELES, SOMBRAS, JUSTICIA Y PUEBLO.

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La acción en Sevilla por los años 1545, últimos del Emperador Carlos V. Los cuatro primeros actos pasan en una sola noche. Los tres restantes, cinco años después, y en otra noche.

Parte primera

Acto primero Libertinaje y escándalo

DON JUAN, DON LUIS, DON DIEGO, DON GONZALO, BUT- TARELLI, CIUTTI, CENTELLAS, AVELLANEDA, GASTON Y MI­GUEL.

CABALLEROS, CURIOSOS, ENMASCARADOS, RONDAS.

Hostería de Cristófano Buttarelli. Puerta en el fondo que da a la calle: me­sas, jarros y demás utensilios propios de semejante lugar.

Escena I

DON JUAN, con antifaz, sentado a una mesa escribiendo; BUTTARELLI Y CIUTTI, a un lado esperando. Al levantarse el telón, se ven pasar por la puerta del fondo Máscaras, Estudiantes y Pueblo con hachones, músicas, etc.

D. JUAN:

¡Cuál gritan esos malditos! Pero, ¡mal rayo me parta si en concluyendo la carta no pagan caros sus gritos! (Sigue escribiendo.)


BUTTARELLI: (A CIUTTI) Buen carnaval.

CIUTTI:

(A BUTTARELLI.)

Buen agosto

para rellenar la arquilla.

BUTTARELLI:

¡Quia! Corre ahora por Sevilla

poco gusto y mucho mosto.

Ni caen aquí buenos peces,

que son cosas mal miradas por gentes acomodadas y atropelladas a veces.

CIUTTI: Pero hoy...

BUTTARELLI:

Hoy no entra en la cuenta,

Ciutti: se ha hecho buen trabajo.

CIUTTI:

¡Chist! Habla un poco más bajo, que mi señor se impacienta pronto.

BUTTARELLI: ¿A su servicio estás?

CIUTTI: Ya ha un año.

3

 

BUTTARELLI: ¿Y qué tal te sale?

CIUTTI:

No hay prior que se me iguale; tengo cuanto quiero y más. Tiempo libre, bolsa llena, buenas mozas y buen vino.

BUTTARELLI: ¡Cuerpo de tal, qué destino!

CIUTTI:

(Señalando a DON JUAN.) Y todo ello a costa ajena.

BUTTARELLI: ¿Rico, eh?

CIUTTI: Varea la plata.

BUTTARELLI: ¿Franco?

CIUTTI:

Como un estudiante.

BUTTARELLI: ¿Y noble?

CIUTTI: Como un infante.

BUTTARELLI: ¿Y bravo?

CIUTTI: Como un pirata.

4

 

BUTTARELLI:


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¿Español?

CIUTTI: Creo que sí.

BUTTARELLI: ¿Su nombre?

CIUTTI:

Lo ignoro en suma.

BUTTARELLI: ¡Bribón! ¿Y dónde va?

CIUTTI: Aquí.

BUTTARELLI: Largo plumea.

CIUTTI: Es gran pluma.

BUTTARELLI:

¿Y a quién mil diablos escribe

tan cuidadoso y prolijo?

CIUTTI: A su padre.

BUTTARELLI: ¡Vaya un hijo!

CIUTTI:

Para el tiempo en que se vive, es un hombre extraordinario. Mas silencio.

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(Cerrando la carta.) Firmo y plego. ¿Ciutti?

CIUTTI: ¿Señor?

D. JUAN: Este pliego irá dentro del orario en que reza doña Inés a sus manos a parar.

CIUTTI:

¿Hay respuesta que aguardar? D. JUAN:

De el diablo con guardapiés que la asiste, de su dueña, que mis intenciones sabe, recogerás una llave, una hora y una seña: y más ligero que el viento aquí otra vez.

CIUTTI:

Bien está. (Vase.)

Escena II DON JUAN y BUTTARELLI

D. JUAN:

Cristófano, vieni quá

BUTTARELLI: Eccellenza!


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Senti.

BUTTARELLI: Sento.

Ma ho imparato il castigliano, se e piú facile al signor la sua lingua...

D. JUAN: Sí, es mejor;

lascia dunque il tuo toscano, y dime: ¿don Luis Mejía ha venido hoy?

BUTTARELLI: Excelencia, no está en Sevilla.

D. JUAN:

¿Su ausencia

dura en verdad todavía?

BUTTARELLI: Tal creo.

D. JUAN: ¿Y noticia alguna no tienes de él?

BUTTARELLI: ¡Ah! Una historia me viene ahora a la memoria que os podrá dar...

D. JUAN:

¿Oportuna

luz sobre el caso?

BUTTARELLI:

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Tal vez.

D. JUAN: Habla, pues.

BUTTARELLI: (Hablando consigo mismo.) No, no me engaño: esta noche cumple el año, lo había olvidado.

D. JUAN: ¡Pardiez!

¿Acabarás con tu cuento?

BUTTARELLI: Perdonad, señor: estaba recordando el hecho.

D. JUAN: ¡Acaba,

vive Dios!, que me impaciento.

BUTTARELLI:

Pues es el caso señor,

que el caballero Mejía

por quien preguntáis, dio un día

en la ocurrencia peor

que ocurrírsele podía.

D. JUAN:

Suprime lo al hecho extraño; que apostaron me es notorio a quien haría en un año, con más fortuna, más daño, Luis Mejía y Juan Tenorio.

BUTTARELLI: ¿La historia sabéis?


D. JUAN: Entera;

por eso te he preguntado por Mejía.

BUTTARELLI:

¡Oh! Me pluguiera

que la apuesta se cumpliera,

que pagan bien y al contado.

D. JUAN:

¿Y no tienes confianza en que don Luis a esta cita acuda?

BUTTARELLI: ¡Quia! Ni esperanza: el fin del plazo se avanza, y estoy cierto que maldita la memoria que ninguno guarda de ello.

D. JUAN: Basta ya. Toma.

BUTTARELLI:

¡Excelencia! (Saluda profundamente.) ¿Y de alguno de ellos sabéis vos?

D. JUAN: Quizá.

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BUTTARELLI: ¿Vendrán, pues?


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Al menos uno; mas por si acaso los dos dirigen aquí sus huellas el uno del otro en pos, tus dos mejores botellas prevénles.

BUTTARELLI: Mas...

D. JUAN: ¡Chito!... Adiós.

Escena III BUTTARELLI

BUTTARELLI:

¡Santa Madonna! De vuelta

Mejía y Tenorio están

sin duda... y recogerán

los dos la palabra suelta.

¡Oh!, sí; ese hombre tiene traza

de saberlo a fondo, (Ruido dentro.) ¿Pero

qué es esto? (Se asoma a la puerta.)

¡Anda! ¡El forastero

está riñendo en la plaza!

¡Válgame Dios! ¡Qué bullicio!

¡Cómo se le arremolina

chusma... ¡Y cómo la acoquina

él solo... ¡Puf! ¡Qué estropicio!

¡Cuál corren delante de él!

No hay duda, están en Castilla

los dos, y anda ya Sevilla

toda revuelta, ¡Miguel!

Escena IV BUTTARELLI y MIGUEL

MIGUEL. Che comanda?

BUTTARELLI: Presto, qui

servi una tavola, amico: e del Lacryma piú antico porta due bottiglie.

MIGUEL.

Si, signor padron.

BUTTARELLI: Micheletto, apparecchia in carita lo piú ricco che si fa: affrettati!

MIGUEL. Gia mi affretto, signor padrone. (Vase.)

Escena V BUTTARELLI y DON GONZALO

D. GONZALO: Aquí es. ¿Patrón?

BUTTARELLI: ¿Qué se ofrece?

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D. GONZALO: Quiero


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hablar con el hostelero.

BUTTARELLI:

Con él habláis; decid, pues.

D. GONZALO:

¿Sois vos?

BUTTARELLI: Sí; mas despachad, que estoy de priesa.

D. GONZALO: En tal caso,

ved si es cabal y de paso esa dobla, y contestad.

BUTTARELLI: ¡Oh, excelencia!

D. GONZALO:

¿Conocéis

a don Juan Tenorio?

BUTTARELLI: Sí.

D. GONZALO:

¿Y es cierto que tiene aquí

hoy una cita?

BUTTARELLI: ¡Oh! ¿Seréis vos el otro?

D. GONZALO: ¿Quién?

BUTTARELLI:

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Don Luis.

D. GONZALO:

No; pero estar me interesa

en su entrevista.

BUTTARELLI: Esta mesa

les preparo; si os servís en esotra colocaros, podréis presenciar la cena que les daré... ¡Oh! Será escena que espero que ha de admiraros.

D. GONZALO: Lo creo.

BUTTARELLI:

Son, sin disputa,

los dos mozos más gentiles

de España.

D. GONZALO: Sí, y los más viles también.

BUTTARELLI: ¡Bah! Se les imputa cuanto malo se hace hoy día; mas la malicia lo inventa, pues nadie paga su cuenta como Tenorio y Mejía.

D. GONZALO: ¡Ya!

BUTTARELLI: Es afán de murmurar, porque conmigo, señor,

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ninguno lo hace mejor, y bien lo puedo jurar.

D. GONZALO: No es necesario: mas...

BUTTARELLI: ¿Qué?

D. GONZALO: Quisiera yo ocultamente verlos, y sin que la gente me reconociera.

BUTTARELLI: A fe

que eso es muy fácil, señor. Las fiestas de carnaval, al hombre más principal permiten, sin deshonor de su linaje, servirse de un antifaz, y bajo él, ¿quién sabe, hasta descubrirse, de qué carne es el pastel?

D. GONZALO: Mejor fuera en aposento contiguo...

BUTTARELLI: Ninguno cae aquí.

D. GONZALO:

Pues entonces, trae el antifaz.

BUTTARELLI: Al momento.

Escena VI DON GONZALO

D. GONZALO: No cabe en mi corazón que tal hombre pueda haber, y no quiero cometer con él una sinrazón. Yo mismo indagar prefiero la verdad... , mas, a ser cierta la apuesta, primero muerta que esposa suya la quiero. No hay en la tierra interés que, si la daña, me cuadre; primero seré buen padre, buen caballero después. Enlace es de gran ventaja, mas no quiero que Tenorio del velo del desposorio la recorte una mortaja.

Escena VII

DON GONZALO y BUTTARELLI, que trae un antifaz

BUTTARELLI: Ya está aquí.

D. GONZALO: Gracias, patrón: ¿Tardarán mucho en llegar?

BUTTARELLI: Si vienen no han de tardar: cerca de las ocho son.

D. GONZALO:

/

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¿Esa es hora señalada?

BUTTARELLI:

Cierra el plazo, y es asunto

de perder, quien no esté a punto

de la primer campanada.

D. GONZALO:

Quiera Dios que sea una chanza, y no lo que se murmura.

BUTTARELLI: No tengo aún por muy segura de que cumplan, la esperanza; pero si tanto os importa lo que ello sea saber, pues la hora está al caer, la dilación es ya corta.

D. GONZALO: Cúbrome, pues, y me siento.

(Se sienta en una mesa a la derecha y se pone el antifaz.)

BUTTARELLI:

(Curioso el viejo me tiene

del misterio con que viene...

Y no me quedo contento

hasta saber quién es él.)

(Limpia y trajina, mirándole de reojo.)

D. GONZALO:

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(¡Que un hombre como yo tenga que esperar aquí, y se avenga con semejante papel! En fin, me importa el sosiego de mi casa, y la ventura de una hija sencilla y pura, y no es para echarlo a juego.)


Escena VIII

DON GONZALO, BUTTARELLI y DON DIEGO, a la puerta del fondo

D. DIEGO:

La seña está terminante, aquí es: bien me han informado; llego, pues.

BUTTARELLI: ¿Otro embozado?

D. DIEGO: ¿Ha de esta casa?

BUTTARELLI: Adelante.

D. DIEGO:

¿La hostería del Laurel?

BUTTARELLI: En ella estáis, caballero.

D. DIEGO:

¿Está en casa el hostelero?

BUTTARELLI: Estáis hablando con él.

D. DIEGO: ¿Sois vos Buttarelli?

BUTTARELLI: Yo.

D. DIEGO:

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¿Es verdad que hoy tiene aquí


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Tenorio una cita?

BUTTARELLI: Sí.

D. DIEGO:

¿Y ha acudido a ella?

BUTTARELLI: No.

D. DIEGO: Pero ¿acudirá?

BUTTARELLI: No sé.

D. DIEGO: ¿Le esperáis vos?

BUTTARELLI: Por si acaso venir le place.

D. DIEGO: En tal caso, yo también le esperaré.

(Se sienta en el lado opuesto a DON GONZALO.)

BUTTARELLI:

¿Que os sirva vianda alguna

queréis mientras?

D. DIEGO: No: tomad. (Dale dinero.)

BUTTARELLI: Excelencia!

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D. DIEGO: Y excusad

conversación importuna.

BUTTARELLI: Perdonad.

D. DIEGO: Vais perdonado: dejadme, pues.

BUTTARELLI: (¡Jesucristo!

En toda mi vida he visto hombre más mal humorado.)

D. DIEGO:

(¡Que un hombre de mi linaje descienda a tan ruin mansión! Pero no hay humillación a que un padre no se baje por un hijo. Quiero ver por mis ojos la verdad y el monstruo de liviandad a quien pude dar el ser.)

(BUTTARELLI, que anda arreglando sus trastos, contempla desde el fondo a DON GONZALO y a DON DIEGO, que permanecerán embozados y en silencio.)

BUTTARELLI:

¡Vaya un par de hombres de piedra! Para éstos sobra mi abasto: mas, ¡pardiez!, pagan el gasto que no hacen, y así se medra.


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Escena IX

BUTTARELLI, DON GONZALO, DON DIEGO, EL CAPITÁN CENTELLAS, DOS CABALLEROS y AVELLANEDA

AVELLANEDA: Vinieron, y os aseguro que se efectuará la apuesta.

CENTELLAS: Entremos, pues. ¡Buttarelli!

BUTTARELLI: Señor capitán Centellas, ¿vos por aquí?

CENTELLAS: Sí, Cristófano.

¿Cuándo aquí, sin mi presencia, tuvieron lugar las orgias que han hecho raya en la época?

BUTTARELLI: Como ha tanto tiempo ya que no os he visto...

CENTELLAS: Las guerras

del emperador, a Túnez me llevaron; mas mi hacienda me vuelve a traer a Sevilla; y, según lo que me cuentan, llego lo más a propósito para renovar añejas amistades. Conque apróntanos luego unas cuantas botellas, y en tanto que humedecemos la garganta, verdadera relación haznos de un lance

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sobre el cual hay controversia.

BUTTARELLI:

Todo se andará; mas antes

dejadme ir a la bodega.

VARIOS.

Sí, sí.

Escena X DICHOS, menos BUTTARELLI

CENTELLAS: Sentarse, señores, y que siga Avellaneda con la historia de don Luis.

AVELLANEDA:

No hay ya más que decir de ella,

sino que creo imposible

que la de Tenorio sea

más endiablada, y que apuesto

por don Luis.

CENTELLAS:

Acaso pierdas.

Don Juan Tenorio se sabe

que es la más mala cabeza

del orbe, y no hubo hombre alguno

que aventajarle pudiera

con sólo su inclinación;

¿conque qué hará si se empeña?

AVELLANEDA: Pues yo sé bien que Mejía las ha hecho tales, que a ciegas se puede apostar por él.

CENTELLAS:

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Pues el capitán Centellas pone por don Juan Tenorio cuanto tiene.

AVELLANEDA: Pues se acepta

por don Luis, que es muy mi amigo. CENTELLAS:

Pues todo en contra se arriesga; porque no hay como Tenorio otro hombre sobre la tierra, y es proverbia su fortuna y extremadas sus empresas.

Escena XI DICHOS y BUTTARELLI, con botellas

BUTTARELLI:

Aquí hay Falerno, Borgoña,

Sorrento.

CENTELLAS:

De lo que quieras

sirve, Cristófano, y dinos:

¿qué hay de cierto en una apuesta

por don Juan Tenorio ha un año

y don Luis Mejía hecha?

BUTTARELLI:

Señor capitán, no sé

tan a fondo la materia

que os pueda sacar de dudas,

pero diré lo que sepa.

VARIOS.

Habla, habla.

BUTTARELLI:


Yo, la verdad,

aunque fue en mi casa mesma

la cuestión entre ambos, como

pusieron tan larga fecha

a su plazo, creí siempre

que nunca a efecto viniera;

así es, que ni aun me acordaba

de tal cosa a la hora de ésta.

Mas esta tarde, sería

el anochecer apenas,

entróse aquí un caballero

pidiéndome que le diera

recado con que escribir

una carta: y a sus letras

atento no más, me dio

tiempo a que charla metiera

con un paje que traía,

paisano mío, de Génova.

No saqué nada del paje,

que es, ¡por Dios!, muy brava pesca;

mas cuando su amo acababa

su carta, le envió con ella

a quien iba dirigida.

El caballero, en mi lengua

me habló, y me pidió noticias

de don Luis. Dijo que entera

sabía de ambos la historia,

y que tenía certeza

de que al menos uno de ellos

acudiría a la apuesta.

Yo quise saber más de él,

mas púsome dos monedas

de oro en la mano, diciéndome

así, como a la deshecha:

«Y por si acaso los dos

al tiempo aplazado llegan,

ten prevenidas para ambos

tus dos mejores botellas.»

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Largóse sin decir más,


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y yo, atento a sus monedas, les puse en el mismo sitio donde apostaron, la mesa. Y vedla allí con dos sillas, dos copas y dos botellas.

AVELLANEDA:

Pues, señor, no hay que dudar;

era don Luis.

CENTELLAS: Don Juan era.

AVELLANEDA: ¿Tú no le viste la cara?

BUTTARELLI: ¡Si la traía cubierta con un antifaz!

CENTELLAS: Pero, hombre,

¿tú a los dos no les recuerdas? ¿O no sabes distinguir a las gentes por sus señas lo mismo que por sus caras?

BUTTARELLI: Pues confieso mi torpeza; no le supe conocer, y lo procuré de veras. Pero silencio.

AVELLANEDA: ¿Qué pasa?

BUTTARELLI: A dar el reló comienza los cuartos para las ocho.

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(Dan.)

CENTELLAS:

Ved, ved la gente que se entra.

AVELLANEDA:

Como que está de este lance

curiosa Sevilla entera.

(Se oyen dar las ocho; varias personas entran y se reparten en silencio por la escena; al dar la última campanada, DON JUAN, con antifaz, se llega a la mesa que ha preparado BUTTARELLI en el centro del escenario, y se dispone a ocupar una de las dos sillas que están delante de ella. Inmediata­mente después de él, entra DON LUIS, también con antifaz, y se dirige a la otra. Todos los miran).

Escena XII

DON DIEGO, DON GONZALO, DON JUAN, DON LUIS, BUT- TARELLI, CENTELLAS, AVELLANEDA, CABALLEROS, CURIOSOS y ENMASCARADOS

AVELLANEDA:

(A CENTELLAS, por DON JUAN.) Verás aquél, si ellos vienen, qué buen chasco que se lleva.

CENTELLAS:

(A AVELLANEDA, por DON LUIS.) Pues allí va otro a ocupar la otra silla: ¡uf!, ¡aquí es ella!

D. JUAN: (A DON LUIS.) Esa silla está comprada, hidalgo.

D. LUIS: (A DON JUAN.) Lo mismo digo,

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hidalgo; para un amigo tengo yo esotra pagada.

D. JUAN:

Que ésta es mía haré notorio. D. LUIS:

Y yo también que ésta es mía. D. JUAN:

Luego, sois don Luis Mejía. D. LUIS:

Seréis, pues, don Juan Tenorio.

D. JUAN: Puede ser.

D. LUIS: Vos lo decís.

D. JUAN: ¿No os fiáis?

D. LUIS: No.

D. JUAN: Yo tampoco.

D. LUIS:

Pues no hagamos más el coco.

D. JUAN: Yo soy don Juan. (Quitándose la máscara.)

D. LUIS: Yo don Luis. (Íd.)

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(Se descubren y se sientan. EL CAPITÁN CENTELLAS, AVELLANEDA, BUTTARELLI y algunos otros se van a ellos y les saludan, abrazan y dan la mano, y hacen otras semejantes muestras de cariño y amistad. DON JUAN Y DON LUIS las aceptan cortésmente).

CENTELLAS: ¡Don Juan!

AVELLANEDA: ¡Don Luis!

D. JUAN: ¡Caballeros!

D. LUIS:

¡Oh, amigos! ¿Qué dicha es ésta?

AVELLANEDA: Sabíamos vuestra apuesta, y hemos acudido a veros.

D. LUIS:

Don Juan y yo tal bondad en mucho os agradecemos.

D. JUAN:

El tiempo no malgastemos,

don Luis. (A los otros.) Sillas arrimad.

(A los que están lejos.)

Caballeros, yo supongo

que a ucedes también aquí

les trae la apuesta, y por mí

a antojo tal no me opongo.

D. LUIS:

Ni yo; que aunque nada más fue el empeño entre los dos, no ha de decirse ¡por Dios!

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que me avergonzó jamás. D. JUAN:

Ni a mí, que el orbe es testigo de que hipócrita no soy, pues por doquiera que voy va el escándalo conmigo.

D. LUIS:

¡Eh! Y esos dos ¿no se llegan a escuchar? Vos.

(Por DON DIEGO y DON GONZALO.)

D. DIEGO: Yo estoy bien.

D. LUIS: ¿Y Vos?

D. GONZALO: De aquí oigo también.

D. LUIS:

Razón tendrán si se niegan.

(Se sientan todos alrededor de la mesa en que están DON LUIS MEJÍA y DON JUAN TENORIO.)

D. JUAN: ¿Estamos listos?

D. LUIS: Estamos

D. JUAN:

Como quien somos cumplimos. D. LUIS:

Veamos, pues, lo que hicimos.


D. JUAN: Bebamos antes.

D. LUIS:

Bebamos. (Lo hacen.)

D. JUAN: La apuesta fue...

D. LUIS:

Porque un día

dije que en España entera

no habría nadie que hiciera

lo que hiciera Luis Mejía.

D. JUAN:

Y   siendo contradictorio al vuestro mi parecer,

yo os dije: Nadie hade hacer lo que hará don Juan Tenorio. ¿No es así?

D. LUIS: Sin duda alguna: y vinimos a apostar quién de ambos sabría obrar peor, con mejor fortuna, en el término de un año; juntándonos aquí hoy a probarlo

D. JUAN:

Y   aquí estoy.

D. LUIS:

Y   yo.

 

 

 

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(Цвєтан Тодоров)

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